¿Por qué algunas personas aman entrenar y otras lo detestan? ¿Es una cuestión actitudinal o podría tener que ver con nuestra constitución genética? Esto es lo que se propuso inivestigar un equipo liderado por Frank W. Booth, cuyo trabajo fue publicado recientemente en el Journal de Fisiología.
“Los humanos podrían tener genes de motivación para ejercitar y otros genes que motivan sentarse en el sillón”, sostuvo Booth, quien agregó que a lo largo de las generaciones, un set de esos genes podría empezar a predominar en cada familia.
Si bien cada uno puede decidir si ejercitarse o no, más allá de la herencia genética, este nuevo estudio realizado en roedores sugiere que la respuesta podría encontrarse en el núcleo accumbens del cerebro: la cantidad de neuronas maduras allí podrían determinar el gusto por el ejercicio.
Los científicos de la Universidad de Missouri, donde fue realizado el estudio, decidieron cruzar aquellos roedores machos con hembras que voluntariamente corrían más en la rueda del laboratorio y así lo hicieron también entre los que menos se acercaban a realizar ejercicio. El entrecruzamiento continuó por varias generaciones hasta que los investigadores se encontraron con dos grupos: uno que pasaba horas corriendo y otro que sólo por casualidad se acercaba a la rueda ejercitarse.
La diferencia que se encontró entre el grupo siempre dispuesto a correr y el que no lo estaba fue en la actividad de ciertos genes. El núcleo accumbens pertenece al circuito de recompensa y se activa cuando se realizan actividadades que se disfrutan. La actividad genética en esta porción del cerebro en el grupo no corredor estaba disminuida, en comparación al otro grupo. Sucede que en ellos no se estaban desarrollando las proteínas necesarias para hacer crecer células jóvenes que se unieran a las neuronas trabajadoras. Estas células quedaban en un estadio inmaduro y no podían contribuir a la actividad cerebral.
La diferencia que se encontró entre el grupo siempre dispuesto a correr y el que no lo estaba fue en la actividad de ciertos genes. El núcleo accumbens pertenece al circuito de recompensa y se activa cuando se realizan actividadades que se disfrutan. La actividad genética en esta porción del cerebro en el grupo no corredor estaba disminuida, en comparación al otro grupo. Sucede que en ellos no se estaban desarrollando las proteínas necesarias para hacer crecer células jóvenes que se unieran a las neuronas trabajadoras. Estas células quedaban en un estadio inmaduro y no podían contribuir a la actividad cerebral.
La conclusión a partir de esto fue que los roedores corredores tenían más neuronas maduras en el núcleo accumbens en su juventud que el segundo grupo. En la práctica, los investigadores concluyeron que todas esas neuronas maduras en el centro de recompensa del cerebro podrían estar muy activas en respuesta al ejercicio.
Sin embargo, el resultado no es tan desalentador: los científicos también reclutaron miembros de la familia sedentaria a correr y sus cerebros comenzaron a responder al ejercicio, estimulando la maduración de neuronas en el circuito de recompensa. por lo cual, si bien pueden existir factores genéticos, los investigadores también destacaron que aún hay que ahondar en los resultados de este estudio para ver si los mismos efectos se cumplen en los humanos.
“Las personas puede elegir ejercitarse”, sostuvo el coordinador del estudio Dr. Booth, más allá de su herencia. Así que a no desalentarse, los genes son sólo una porción del asunto. No tienes que llegar a los límites extremos de la Vigorexia, pero puedes proponerte objetivos cortos para comenzar a entrenar ymotivarte con buenos recuerdos. Estimula la maduración de tus neuronas en el núcleo accumbens y, según este estudio, ya pronto verás el resultado.